viernes, 20 de noviembre de 2015

Sobre la ignorancia

Sobre el sufrimiento que conlleva el conocimiento y la felicidad que brota de la ignorancia. Ignorancia concebida como falta de conocimiento y conocimiento entendido como la fiel percepción de la realidad: la verdad (entiéndase, pues, que no es referente a la cultura). “La ignorancia es la clave de la felicidad” (desconozco el autor de tal cita). ¿Ignorar y ser feliz, o conocer y sufrir? Una elección que lamentablemente no llega a presentarse a todo el mundo. La mente poco madurada no reconoce que, inconscientemente, muchas veces uno ahoga el dolor en un mar de patrañas. Lo que crea un falso entorno, un mundo falaz. Un agradable cuento de hadas. Se trata de algo logrado gracias a un mecanismo conocido por el nombre de negación. Llamemos pues, negación, al amplio abanico de posibilidades al que accede el individuo que opta, tanto voluntaria como involuntariamente, por poner fin a una realidad que arrastra un excesivo dolor para su fortaleza intrínseca. Dichas posibilidades pueden ser la mentira, el acusar a otro, etc. No es oportuno mencionarlas. El caso es que el producto de la negación suele ser la felicidad, derivada de la falta de sufrimiento. Felicidad definida como un estado duradero de alegría. Una significación algo pobre para un término tan grande, pero adecuada a la situación.

Por otro lado, tenemos la elección de no engañarnos a nosotros mismos. La peligrosa opción que sólo puede escogerse conscientemente: el conocimiento. Al menos en mi entorno social, está notablemente mejor visto que la negación. Pero, ¿Por qué? ¡Si conociendo se sufre! ¿Por qué iba a ser mejor? Aun poniendo el caso de que se superase el pesar inherente a la aceptación de la verdad, no debería ser mejor. Las vías de la ignorancia y el conocimiento llevan a la felicidad, pero la segunda es mucho más enrevesada y no siempre encuentra el final de la ruta. Es que, simplemente, no es eficiente decantarse por la segunda. Sin embargo, cabe recordar que a veces lo que importa no es la meta, sino el camino.

Las vías de la ignorancia y el conocimiento llevan a la felicidad, pero la segunda es mucho más enrevesada
Si decido ignorar y ser feliz, ¿acaso no estoy recorriendo el camino fácil? No me aportará nada. Seguiré siendo el mismo del principio al fin. Habré alcanzado la cima de la montaña… sin subirla. Pongamos que por el contrario me arriesgo a conocer. Asumiré de pleno el golpe de la realidad. Circularé por los senderos más tortuosos e inciertos. Pero una vez haya acariciado la cima, mis manos ya no serán las mismas. Seré otra persona. Habré cambiado. En menor o mayor grado. A peor o a mejor. Pero llenaré mi vida con algo: la verdad. Y es que las mentiras no son más que humo, incapaz de colmar un vacío.

Existe otro punto de vista que aborrece la negación. Puntualizo que no puedo permitirme atribuirme su deducción: me lo comentó un amigo. Dice así: el que busquemos la realidad en lo que nos rodea lo hacemos como un fin en sí mismo, no por lo que nos pueda aportar. Una oración que no precisa de explicación alguna, de modo que así lo dejo.

Vivir no es cazar una meta, vivir es luchar por ella (siempre y cuando olvidemos la concepción existencialista de vivir).

Entonces, ¿ignorancia o conocimiento? Usted elige.


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