lunes, 30 de noviembre de 2015

Sobre el vacío

Algo falla. No sé el que, pero algo falla. No lo entiendo. ¡Si todo marcha estupendamente! Tengo unos amigos geniales, una familia estupenda, un trabajo de ensueño y tiempo de sobras para mis aficiones. Mi vida social está en su máximo apogeo, ¡en su cumbre! ¿Qué ocurre? Noto que me falta algo. Joder, si se supone que debería ser feliz. Pero ¿qué necesito para llenar este vacío? Si es que, maldita sea, ¡lo tengo todo! Esta incongruencia me está arrastrando a la más ardua pesadumbre. Empiezo a perder el agrado por las cosas que hago. Levantarme cada mañana es una lucha diaria. A cada paso que doy mis pies pesan un poco más. Por favor…

Sobre el vacío. Ese desgraciado hueco que brota en medio de la plenitud y la consume poco a poco. El vacío, cuando la nada subsiste alimentándose del todo. El vacío, cuando la vacuidad ahoga el fuego de la vida. El vacío…

¿Un sentimiento? Quizás. ¿Una emoción? Puede. Qué más da. Está ahí y punto. Un día aparece, sin más. Sin llamar a la puerta se acomoda en lo más intrínseco de tu persona. Te recuerda que todo lo que tienes no es nada. Mero humo. Y te obliga a deambular sin sentido a través de los páramos de la insulsez, en busca del sentido. Pierdes el rumbo. Tus objetivos se confunden. Tus pretensiones, todo lo que querías o dejabas de querer, se vuelve borroso. Las preguntas te asaltan. ¿He sido demasiado materialista? ¿He sucumbido a la superficialidad? ¿Me he separado de mi meta? ¿No estoy llevando la vida que quiero?

     ¿Qué soy?

Ya sé qué es el vacío. Es una alarma. Un desesperado grito de la existencia. Un reclamo. La gran petición: vivir. Sí, sí. El vacío es el maestro que te muestra algo tan grandioso como la propia vida. Te enseña que está mucho más allá de lo que se pueda llegar a concebir. La realidad presente es un sueño. La única verdad es la vida misma. Existir. Nada más. Existir por y para el momento. Soltar las riendas y dejarse llevar por las corrientes de la subsistencia.

     Vivir, y punto.

¿El vacío? Lo pasarás mal. Tratarás de ignorarlo. Con todas tus fuerzas. Y, con todas tus fuerzas, fracasarás. Seguirá ahí hasta que le hagas caso. Le harás caso. Lo pasarás aún peor. Empero después de la tormenta ya no serás la misma persona. Algo en tu mirada habrá cambiado. Tu visión tendrá un alcance mucho más vasto que la del resto de individuos. Serás el conocedor de un secreto único y exclusivo.

     El vacío. La vida que pide vivir.


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